Todos tenemos claro que esta pandemia está siendo terrible. Empezando por las personas de las que nos hemos tenido que despedir, y siguiendo por las que se han visto afectadas por el virus, en ocasiones arrastrando secuelas a nivel cardiorrespiratorio o neurológico.
Pero por otro lado, el simple hecho de haber tenido que cambiar nuestro modo de vida tanto durante el confinamiento como una vez alcanzada la llamada “nueva normalidad”, ha provocado una merma importante en nuestra calidad de vida en general.

El aislamiento social, el estrés, el miedo, la incertidumbre, las dificultades económicas o de conciliación, la disminución de la actividad física, el teletrabajo (en algunos casos en condiciones nada favorables) y un largo etcétera han jugado claramente en contra de nuestra salud.
Efectos en pacientes con alteraciones neurológicas
La Sociedad Española de Neurología (SEN) ha realizado una serie de estudios sobre el impacto de la pandemia en varias enfermedades neurológicas, obteniendo unos resultados cuando menos preocupantes.
Este impacto ha sido especialmente severo en los pacientes con demencia. El 99% de los neurólogos españoles consultados y que atienden a personas con deterioro cognitivo, considera que el estado cognitivo y funcional de sus pacientes ha empeorado tras el confinamiento, y un 55% piensa que éste es mucho o muchísimo peor. Aunque este deterioro ha sido especialmente llamativo en enfermos de Alzheimer, también se ha observado en afectados por otro tipo de demencias, como las asociadas a la enfermedad de Parkinson o por cuerpos de Lewy, o la demencia frontotemporal.
Esto también desencadena un efecto de sobrecarga en los cuidadores de estos enfermos, que siguen teniendo que asumir este rol con el empeoramiento añadido de la persona que está a su cargo.
Pero la SEN va más allá de las demencias. El impacto negativo de la pandemia también se ha podido observar en muchos pacientes con otro tipo de enfermedades neurológicas, como prueban los diversos trabajos realizados por equipos de neurólogos españoles y que ahora se presentan en la Reunión Anual de esta Entidad. El objeto de estos estudios son pacientes con Epilepsia, Ictus, Parkinson, Cefaleas o Esclerosis Múltiple, y lo que han comprobado es que existe un empeoramiento claro de la funcionalidad de estos pacientes, con el consiguiente aumento de su grado de discapacidad.
Efectos en personas neurológicamente sanas (sin afectación en su SNC)
“Es innegable que el confinamiento ha favorecido prácticas como el aislamiento social, el aumento del estrés o la disminución de la actividad física y esto ha sido perjudicial para nuestro cerebro” Esta frase de Cristina Íñiguez, vicepresidenta y Responsable del Área Científica de la SEN, resume a la perfección una situación que estamos viviendo todos.
Desde un enfoque bio-psico-social, las medidas de prevención necesarias para vencer esta pandemia están afectando a la población general de manera negativa. Nuestro cerebro necesita ser estimulado para que todo funcione correctamente, a través de nuestros sentidos, de la interacción con el medio y con otras personas. Cuando hay una carencia de estos estímulos, y además esto sucede en un clima emocionalmente desfavorable (mala gestión del estrés, incertidumbre, miedo…) la calidad del procesamiento de nuestro cerebro cae, y con ella su capacidad de aprendizaje…la neuroplasticidad.
¿Quiere decir esto que es peor el remedio que la enfermedad? Por supuesto que NO!
Estamos ante una emergencia sanitaria y un problema de salud pública que tenemos que resolver entre todos. La solución pasa por asumir el compromiso de protegernos y proteger a nuestros congéneres. Sólo de esta manera podremos poner fin cuanto antes a esta situación.
¿Necesitas alguna aclaración, o simplemente comentar tu caso? Aquí estoy para leerte.